Mordimos la manzana

¿Por qué derechos está luchando hoy el voluntariado? Sería interesante hacer una encuesta entre las personas que nutren las filas de las ONG y preguntarles ¿por qué derechos luchas desde tu labor voluntaria?

A medida que las ONg se han ido “tecnificando” y los puestos de trabajao se han ido nutriendo de jóvenes “suficientemente preparados” y convenientemente despolitizados, el voluntariado ha ido, quizá, ocupando un rango más supletorio en las organizaciones, más accidental, tal vez más decorativo.

Una vez que la prestación de servicios ha quedado grantaizada, una vez que nuestra cuota de “usuarios” (pobres, empobrecidos, pobrecitos, niños, migrantes, enfermos …) se ve más o menos atendida, ¿para qué quiere uno voluntarios sino para abaratar costes, garatizar coberturo en horarios extra-laborales, tener coartada moral para seguir accediendo a ciertas subvenciones, y seguir llamándonos “ONG”?

Pareciera que nuestras organizaciones han sido absorbidas por la implacalbe lógica del mercado y que nuestra función social ya no es la movilización y la reivindicación sino la de atender con cuidados paliativos situaciones estructurales injustas que no alnalizamos, a las que no dedicamos tiempo en entender o combatir y sinceramente , desde este escenario ¿para qué quiere uno voluntariado?

Cuando los colectivos han sido “cooptados” por otras lógicas (mediáticas, mercantiles, sociales, culturales …) corremos el peligro de convertinos en campos de entrenamiento y ensayo. Entremamiento para que la clase media haga las prácticas que la Universidad no provee (practicando con los pobres, claro, “clientes de bajo riesgo”) o espacios para ensayar habilidades de socialización que la cultura urbana ya no tiene. En ocasiones encorntramos un voluntariado con tantas necesidades en térrmnos de soledad eintegración social que bien podrían se los destinatarios últimos de la intervención.

Sin negar estas realidades, de necesaria provisión de servicios, conviene no olvidar que no es este el motor último del movimiento de voluntariado, ni está aquí su fuerza subversiva de la participación social: ni somos espacios pre-laborales ni espacios terapéuticos o clubes sociales, con la pobreza de fondo como coartada moral.

Si pudiéramos recuperar nuestra historia y la conciencia como movimiento social, encontraríamos nuestras señas de identidad. Si volvieramos a acampar pro el 0,7% en las grandes avenidas de nuestras ciudades, si el no a la guerra, fuera no a todas las guerrras (grandes y mediáticas, pequeñas y fraticidas) si pudieramos visibilizar el chapapote de aquel barco tristemente famoso para entender el lodo de cada día, el que lame los pies de nuestros barrios a golpe de hormigonera, el que ahoga a 8 millones de pobres con los que compartimos país, el de las fronteras con alambradas, el que embadurna a las mujeres excluidas en los cruces de las carreteras … si lo heroico y puntual de las grandes manifestaciones nos alimentara para reforzar nuestra pequeña infraestructura social, la calidez de las relaciones en nuestra ONG, en nuestros trabajos, en nuestros encuentros desde lo personal … Si lo central fuera entender los derechos y las necesidades de la construcción de una ciudadanía universal y no la satisfacción de cierto altruismo indoloro, más o menos blandito, también él, pobrecito, de temporada…

Quizá entonces, crecerían organizaciones que sirvieran para “embalsar sentido” para las vidas de todos sus implicados (e implicadas, sí, sí, aunque cueste, también en femenino) donde se participara significativamente desde los distintos marcos (laboral, voluntariado, prácticas, destinatario) donde la prestación de servicios nos llevara a una lectura más certera de los derechos humanos en juego y vice-versa. Dentro de estas organizaciones sería fácil cultivar un voluntariado que, además de aportar manos y fotocopias, aportara verdadera legitimindad, enraizamiento social y una lógica de ciudadanía global.

Quizá necestiemos promover un voluntariado que quiera aprendern a distinguir las manzanas que en sus distintas modalidades contemporáneas: subvención, contrato-basura, permio, local, acceso al poder, a los medios, ponencia en congreso … nos ofrecen para que mordamos. Un voluntariado inserto en organizaciones que quieran trabajar por desenmascarar los espejismos de este falso paraiso patrocinado y entonces podríamos volver a la pregunta inicial, esta vez, cargados de esperanza, capaces de aventurar respuestas liberadoras ¿por qué derechos luchamos desde nuestra labor volntaria?